Marcas francesas | Curiosidades sobre Coco Chanel que (quizás) no conoces

El legado en la moda de Coco Chanel es imperecedero: desde sus creaciones atemporales hasta su mirada vanguardista siguen siendo fuente de inspiración en nuevas generaciones de diseñadores y amantes del fashion style. Rompió barreras al liberar a las mujeres de las limitaciones que les imponía la moda convencional y les ayudó, así, a dar con una nueva manera de verse, sentirse y expresarse. Su marca quedó y permanece impresa tanto en la cultura y la moda francesas como en la cultura y la moda internacionales.


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Coco Chanel

Tan explosivo como fue su triunfo en el medio de la moda, lo fue su vida personal.

Coco Chanel no surgió de una familia pudiente, ni pudo tener una infancia -ni una pubertad, ni una adolescencia- feliz.

Las penurias económicas, la pérdida, el abandono y la exclusión formaron parte de todo lo que la conformó como mujer y de lo que supo llevar a sus creaciones.

¿Te parece increíble que esto fuera la base de una ícono de la elegancia y el estilo? Entonces, prepárate para descubrir varias curiosidades sobre ella que quizás no conocías y que te ayudarán a comprender, aún más, su historia.

Coco Chanel

Infancia sin privilegios

Como relata Cristina Morató en su libro Divas rebeldes, Coco Chanel nació de una madre soltera y un vendedor ambulante sin mucho interés por formar familia.

Tampoco se llamó originalmente Coco Chanel. Venida al mundo como Gabrielle Bonheur Chanel, sus padres fueron Jeanne Devolle y Albert Chanel. Gabrielle fue la segunda de los cinco hijos que tuvo la pareja, que no estaba casada.

Siendo ella muy chica, Jeanne murió de tuberculosis. Aunque la diseñadora solía decir en entrevistas que ella fue criada por unas tías, la verdad es que su padre, incapaz de hacerse cargo, los dejó a ella y a sus hermanos al cuidado de sus abuelos.

Pero esto no duró mucho: su abuela paterna, Virginie Fournier, envió a Gabrielle y a sus dos hermanas, Antoinette y Julia-Berthe, a un orfanato, la Congregación del Sagrado Corazón de María.

En esta institución las tres sobrevivían en condiciones difíciles: a las niñas se las separaba entre las que percibían algún soporte económico de sus familias y las que no. Las primeras, tenían derecho a ciertas comodidades, como calefacción y comidas especiales. Las segundas, no solo no tenían acceso a aquello, sino que debían realizar los trabajos más rudos.

Se dice que la sobriedad blanco-negro y la sencillez de Coco Chanel surgió de ahí: además de que esos eran los colores y el estilo de aquellos uniformes, a estos debían mantenerlos perfectamente limpios.

A pesar de no tener mucho contacto con su padre, Gabrielle solía pasar algunas temporadas en la casa de su tía paterna, Louise, que fue quien le enseñó a coser. Ella y sus hermanas pasaban horas ahí cosiendo manteles y sábanas.

Pero no fue nada más que la infancia la que pasó la futura modista en claustro: al cumplir los 18 años pasó a un centro religioso, el internado de Notre-Dame, en el que debió aprender el ‘arte’ de las señoritas: técnicas y comportamientos de una correcta ama de casa.

A los 20 se le permitió -junto con otra tía paterna, Adrienne, apenas dos años más grande que ella- pasar al cuidado de una familia, dueña de una mercería, donde podía trabajar como dependienta y hacer arreglos de confección.

Fue recién a sus 22 cuando pudo alquilar una habitación con su tía, a la que todos creían su hermana.

Primero sombrerera

Fue en su nueva vida de joven independiente como Coco Chanel pudo comenzar a configurar quien llegaría a ser.

Instalada con Adrienne en Moulins, donde se asentaba una base militar, conoció al oficial Étienne Balsan, quien venía de una familia burguesa y se enamoró de Gabrielle.

En la residencia de Étienne en Royallieu, Coco se instaló como su amante -extraoficial, porque ya existía una oficial- y comenzó a codearse con la aristocracia, el jet set y el star system franceses.

En este lugar la joven llamó la atención por su estilo: aprovechó su don con las tijeras y la aguja y su visión de la sobriedad para intervenir, y vestir, los trajes de su amante.

También lo hizo por sus sombreros. Al punto de que las señoras de sociedad, asiduas visitantes del lugar, comenzaron a pedirle que los ‘lookeara’ para ellas.

Y, así, finalmente la costurera consiguió que su amante le financiara una tienda de sombreros en París. Y eso no fue todo, el burgués también le prestó su departamento en la capital francesa.

Después vendrían los famosos petite robe noire y el traje con chaqueta… Poco a poco, se fue armando el emporio Chanel.

Legendaria rivalidad

Si Chanel se imponía, por un lado, por otro lo hacía la diseñadora italiana Elsa Schiaparelli. Ambas recibían elogiosas críticas en el círculo de la moda.

Algunos opinan que entre ellas no existía en realidad una rivalidad como tal y que Coco, en el fondo, sabía apreciar el trabajo de su supuesta contrincante.

En Hollywood

En el año 1931 -como verifica Morató- Coco Chanel llegó a Hollywood: el magnate del cine Samuel Goldwyn la requirió para que se hiciera cargo del vestuario de las estrellas de las producciones de la Metro Goldwn Mayer.

Era época de entreguerras y, con una enorme a punto de desencadenarse, esta era una oferta que no le venía mal.

Greta Garbo, Claudette Colbert y Marlene Dietrich fueron algunas de las actrices a las que Chanel pudo conocer, pero solamente una llamó poderosamente su atención, una joven llamada Katherine Hepburn.

Unos años después, en 1969, Hepburn encarnó a la vestuarista en el musical Coco.

De aquella época hollywoodense surgió un famoso rumor: el de la animadversión entre la diseñadora y la actriz Gloria Swanson.

El Ritz

Aunque la residencia privada de Coco se ubicaba en el tercer piso del número 31 de la rue Cambon que, como escribe en su libro la periodista española, abría especialmente para amistades íntimas y clientes privilegiados, la diseñadora comenzó a vivir en el hotel Ritz alrededor de 1934. De hecho, en su suite ahí murió en 1971.

Convertido este hotel en su hogar, hizo llevar a él sus obras de arte más queridas, sus espejos barrocos, sus muebles orientales antiguos y otros de sus objetos más apreciados.

En el referido texto, la escritora destaca una declaración de Chanel sobre esto:

«El Ritz es como mi hogar. Es el primer hotel donde he vivido. Cuando daba una fiesta en mi apartamento de la rue du Faubourg, después me iba al Ritz a pasar tres días. No soporto el día que sigue a una fiesta. Los criados están de mal humor. Ellos no han sido quienes han da do la fiesta y están cansados. La casa está sucia. Hay que ponerlo todo en orden. De modo que prefería irme».

¿Espía nazi?

Siempre se ha dicho que la creadora fue espía durante la Segunda Guerra Mundial.

Al menos, se sabe con certeza que Chanel se relacionó con altos funcionarios nazis y que colaboró con el régimen de ocupación alemana en Francia.

Aunque nunca fue juzgada ni condenada por su supuesta colaboración con los nazis, la sospecha nunca se esfumó.

En Divas… se habla sobre esto. En el libro se recuerda que a finales de agosto de 1940 Coco volvió a París. En esa época el Ritz alojaba oficiales del Alto Mando alemán. Por esta razón la modista debió trasladarse a una pequeña habitación en la parte de atrás del edificio.

En estos tiempos, conoció al barón Hans Gunt-her von Dincklage, oficial alemán a quien apodaban Spatz, quien se convirtió en su amante.

Spatz vivía en París desde 1928 -como diplomático, primero; como agregado de la embajada alemana, después-. Es posible que su compañía ayudara a la costurera a llevar la vida en París durante la ocupación.

Pero los tiempos cambian y tras la liberación fue arrestada y sometida a interrogatorio, como sospechosa de colaboracionismo.

Habrían intercedido en su favor desde el duque de Westminster hasta Winston Churchill.

Después de esto, Coco se exilió con Spatz en Suiza, donde permaneció por un tiempo.

Las perlas de Coco

Dimitri Pavlovitch es el nombre de un duque que, en agradecimiento a su hospitalidad, regaló a Coco unas valiosas perlas de los Romanov que logró apropiarse antes de escapar de la revolución rusa.

A partir de ahí, Chanel lanzó la moda de las largas vueltas que mezclan perlas falsas y verdaderas.

Quizás con ello, en parte, vengaba a la joven Gabrielle pobre, excluida, abandonada y sin muchas esperanzas.

La de Coco Chanel es una auténtica historia de talento, ambición y superación que se traduce en elegancia, buen gusto y éxito y hace brillar a la cultura francesa.


Coucou Lola ! Pasión por Francia y la cultura francesa

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