
Félix Maritaud es un rostro bien conocido del cine independiente francés actual: ya lo vimos en 120 battements par minute, en Un couteau dans le coeur, en Sauvage, en el más reciente videoclip La vita nuova de Christine and The Queens. Ahora podemos hacerlo en Jonas, que viene de desembarcar en la popular plataforma.
¿Qué pasó una noche de 1997 para que Jonas, con solo 16 años, acabe solo y aterrorizado en el auto de su padre, en el estacionamiento de una estación de servicio? No será hasta 30 años luego de este episodio cuando este joven, ahora un hombre, se decida a enfrentar los fantasmas del pasado para hacer el duelo de su adolescencia y de su primera historia de amor. Allociné.
En un viaje tan melancólico como poético, que nos lleva desde la temprana y cándida adolescencia del protagonista hasta su conflictiva adultez, seremos testigos del nacimiento de un amor que quedó trunco por un hecho trágico e incierto.
Este amor fue el suyo con Nathan, un muchacho que representó para él lo nuevo, el despertar sexual, la libertad.
La mirada sutil con la que el director (Christophe Charrier) narra este joven amor homosexual está presente en todo: en los diálogos -nunca excesivos, nunca didácticos, siempre precisos-, en los colores -cálidos, rojizos-, en la dirección de arte -verdaderamente prolija- y en los planos -íntimos, artísticos o poéticos-.
En esta oda al amor y a la expiación, no se trata de apostar a la sordidez sino a la belleza.
Por eso no se entiende que en la sinopsis en Netflix se describa a Nathan como un joven «retorcido». Muy equivocada esta lectura (si es que acaso la hubo).
Muy recomendable, para reconciliarse con el sentir bonito e inocente, típico de la época adolescente.
JONAS
Christophe Charrier
Francia, 2018