
Películas y series de guerra hay muchísimas. Contadas desde el lugar de las mujeres, no tantas.
Ese es el valor principal de Las Combatientes, la serie francesa que viene de estrenarse en Netflix y que tiene entre sus objetivos el de rendir homenaje a aquellas mujeres que hicieron su parte heroica y enfrentaron el peligro y la muerte una vez que los hombres debieron partir al frente.
Septiembre de 1914. Hace unas semanas que los combates hacen estragos. En una pequeña ciudad del este de Francia, a algunos kilómetros de la zona alemana, cuatro mujeres se ven inmersas en el horror: Marguerite, una prostituta parisina que levanta sospechas; Caroline, esposa de Vicor Dewitt, propietario de una fábrica de coches que partió al frente, y ahora a cargo de la empresa familiar, lo que constituye un desafío para una mujer de principios del siglo XX; Agnès, madre superiora de un convento que ahora es un hospital militar, quien, sobrepasada por todo lo que ocurre a su alrededor, comienza a cuestionarse sus elecciones de vida y Suzanne, joven enfermera feminista a quien se acusa de un crimen… Ellas son Las Combatientes: cuatro mujeres excepcionales que durante ocho episodios atravesarán un momento trágico de la historia de Francia.
Aunque, de entrada, ciertos aires -estéticos y de fondo- a típica telenovela amenazan, al poco se van diluyendo para mostrar la carne-para-atrapar que tiene este programa.

Tres razones para no perderse Las Combatientes en Netflix
Por su acercamiento histórico
La Primera Guerra Mundial sorprendió, más allá de lo lógicamente previsible, a sus implicados.
Era el primer evento bélico masivo del siglo XX. Difícil era vislumbrar sus efectos, los que costarían la vida de alrededor de 10 millones de personas y que causaría tan monstruosas pérdidas materiales.
Precisamente, el relato de esta miniserie francesa consigue mostrar el clima de «novedad» que se vivió en la época. Cómo la guerra iba calando en las vidas de todos.
Pero, además, no lo hace solamente para abordar la guerra como tal que, hay que decirlo, queda apenas dibujado, sino también la sociedad de ese momento; en especial, claro, en relación con las mujeres.
Marguerite vive con la culpa de ser prostituta y de haber tenido que separarse de su hijo.
Caroline vive escondiendo, con vergüenza, su anterior gran amor.
Suzanne carga con el peso de haber fallado en su intento de ayudar a una mujer que ya no quería ser madre.
Agnès no solo se enfrenta a sus prejuicios por sucumbir a lo que le estaría prohibido, sino que debe permanecer de manos atadas ante la injusticia, en un tiempo en el que los abusos a las mujeres estaban casi completamente normalizados.
Por su enorme diseño de producción
El equipo de esta producción es el mismo equipo de El Bazar de la Caridad, lo que ya anticipaba la calidad del producto.
Por eso, cuando la directora Anne Viau supo que se trataba del mismo team y que esta vez, de paso, se sumergiría a las heroínas en el corazón de la guerra, no lo dudó.
Solo que en esta oportunidad fueron más allá, para conseguir una factura cinematográfica.
«El Bazar de la Caridad era un proyecto particularmente ambicioso, en la escritura, la puesta en escena y la calidad de producción. Con Las Combatientes, queríamos empujar el cursor todavía más lejos. Roles de reparto potentes, decorados suntuosos… Soñábamos con una superproducción que no tendría nada que envidiar el cine. Y el resultado está a la vista. Estamos tan felices y orgullosos de haber podido llevar este proyecto a término aunque la crisis sanitaria haya podido llevarnos a revisar nuestras ambiciones a la baja. No fue así, fue todo lo contrario».
Anne Viau
La escenografía, el vestuario, el color, la textura, los detalles: más que recrear, reviven un período histórico.
Por su casting
Ya que lo que buscó esta producción desde el cero fue darle valor al papel de las mujeres en la guerra, no podía contarse con actrices que se lo tomaran a la ligera.
Audrey Fleurot, Camille Lou, Julie de Bona, Sofia Essaidi, Sandrine Bonnaire componen personajes que tienen verdad, sangre en las venas.
Sus interpretaciones permiten que los vínculos le den un soporte sólido a las subtramas.
Todas estas actrices, Bonnaire a la cabeza, son veteranas de la pantalla. No se iban a conformar con esbozar sus personajes.
Es por esto que, a pesar de las debilidades del guión -que las tiene, sí-, entre todas consiguen mantener la energía, el clima de tensión y el dramatismo que mantienen al espectador atento.
Una serie muy bien producida que permite transitar, más que la guerra, un auténtico drama histórico de mujeres.