«Una familia peculiar»: candidez a la francesa que se estrena en México

¿Qué define a una familia ideal? ¿Se puede ser feliz aún sufriendo penurias económicas? ¿Está mal construirse una burbuja de fantasía y vivir en ella? ¿Es que debemos parecernos a algún modelo estándar para poder ser aceptados en la sociedad? ¿Son los sistemas de seguridad social los más adecuados para evaluar a las familias? ¿Se las puede evaluar?

Con un halo que hace inevitable pensar en el «Captain Fantastic» de Matt Ross (2016) llega a las carteleras mexicanas -desde el jueves 12 de julio, gracias a Nueva Era Films– una película francesa que no intenta responder de manera literal a estas preguntas, sino traerlas sin ambages a la mesa.

En «Una familia peculiar» (Cigarretes et chocolat chaud, 2016), su directora y coescritora (Sophie Reine) nos hace partir de la comedia para ir acercándonos cada vez más al drama. He ahí dos de las fortalezas de esta película: la impecabilidad de su narrativa y la sutileza de su tono.

En este transitar acompañamos a Denis Patar (un maravilloso Gustave Kervern en su papel de adulto-niño ingenuo y sencillo) quien queda a cargo de sus dos hijas, y de muchas deudas, y centra su educación y su cuidado en una aparente desprolijidad que, en verdad, esconde un manifiesto profundo de respeto y libertad. No importa los problemas económicos, un toque de fantasía no está nunca de más.

Aunque la crítica social anti-sistema está presente, aquí hay mucho menos de la solemnidad ‘chomskyana’ de Ross. Reine opta por otro ídolo pop y nos presenta a David Bowie como símbolo de rebeldía, de oposición a lo establecido, y de los cambios de época. Otra fortaleza de la cinta: la música participa en ella como personaje, no como excusa o decorado.

Lo que no se dice juega un papel importante en esta producción. Lo mismo la ausencia: cómo el ausente puede hacerse presente de manera constante sin que ello signifique necesariamente que está todo mal. Se vale vivir con lo que (o con quien) ya no está.

Conmovedora, divertida, con un casi roce poetizado con el realismo sucio este filme se sustenta en su mayor parte en una relación padre-hijas en las que todos son un poco niños y a la vez un poco adultos -una familia peculiar-  y nos muestra un lado de la vida y la sociedad francesas que no tiene casi o nada que ver con la idea edulcorada que solemos tener de ellas.

Notables -además de la de Kervern- las interpretaciones de las pequeñas. Hélöise Dugas  y Fanie Zanini van más allá de cumplir con sus roles: los viven intensa y genuinamente. Aplausos también para el director de casting.

Que nadie se pierda esta minibomba de candidez a la francesa.