
Al este de Francia; en el borde del río Rin; en la frontera con Alemania; en el corazón de Europa; a menos de 600 kilómetros de París, Génova, Milán, Praga, Frankfurt, Bruselas o Amsterdam -es decir, a esa corta distancia de unas de las principales capitales de Europa-, se encuentra Estrasburgo ( «Strasbourg», en francés).
Con una edad de más de dos mil años, tras la Segunda Guerra Mundial la ciudad devino símbolo de la reconciliación franco-alemana. Por esta razón fue elegida sede del Consejo de Europa, primero, y sede oficial del Parlamento Europeo después. Es también sede de la Corte Europea de los Derechos del Hombre.
Es una ciudad muy joven: uno de cada tres alsacianos tiene menos de 25 años. Los estraburgueses hablan principalmente francés; algunos de ellos hablan también alsaciano.
Esta hermosa ciudad tiene muchos puntos para destacar. Aquí reunimos solo algunos.
1.- El Barrio «La pequeña Francia»
Es un barrio pleno de encanto: sus canales, sus viejas calles pavimentadas y sus casas que lucen entramados de vigas de madera, como la Casa Kmmerzell, que fue construida en el siglo XV y que hoy es un restaurant y hotel.
2.- Los puentes cubiertos
Una de sus principales atracciones. Datan del siglo XIII, están ubicados al sur y atraviesan l’île.
3.- La Catedral
El centro de la ciudad -esto es, la Grande Île- es un barrio casi enteramente medieval que recibió la distinción como Patrimonio Mundial de la Unesco.
Desde cualquiera de sus esquinas se puede ver la catedral gótica en arenisca roja que festejó sus 1000 años en 2015.
De su interior, es muy famoso su reloj astronómico que se construyó en 1842: cada día a las 12.30 de mediodía centenas de curiosos vienen para ver a los 12 apóstoles pasar uno detrás de otro delante de ‘El Cristo’. Cada vez que pasa el 4º, el 8º y el 12º, un gallo canta batiendo sus alas.
4.- ¡El mercado de navidad!
Verdadera institución de la ciudad, es el marché de Nöel más antiguo de Francia ya que nació en 1570.
Dura casi todo el mes de diciembre, lapso durante el cual sus 300 chalets atraen a más de dos millones de visitantes que pueden beber vino caliente (vin chaud) y probar otras especialidades alsacianas como salchichas, tartas, bredles (pequeños pasteles elaborados para la época), panes de especies.
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