
Lo que constituye la propiedad. Lo que justifica (o no) la violencia. Lo que representa justicia. Lo que se entiende por ‘masculinidad’.
Estos son algunos de los sujetos que el realizador y guionista Olivier Abbou presenta en Furie, su cuarto largometraje, de reciente estreno en Netflix.
Abbou parte de un hecho real ocurrido en Francia: el caso de una pareja que al volver de sus vacaciones de verano se encontró con que su casa había sido tomada por los mismos amigos a los que la había prestado para que residieran en ella durante esa ausencia.
En la versión para su filme, hizo dos elecciones: la pareja que presta la vivienda lo hace a la niñera de su hijo -que es quien, junto con su compañero, se niega a devolverla- y, aunque el drama abarca a toda la familia, casi todo el peso de aquel recae en el esposo.
Su relato va mostrando una doble evolución. La primera, cómo este profesor de historia va convirtiéndose, de uno pacífico y centrado, en un hombre con sed de venganza (¿o justicia?). La segunda, cómo, de una de impotencia, la historia va pasando a una de gran violencia.
Justamente, a la película la salva ese único arco de transformación que resulta llamativo y esa violencia: la innecesaria ralentización de la acción durante la primera parte podría haber llevado todo a irse directamente por el caño.
Es necesario mencionar que a esos dos puntos notables se une un tercero: se hace realmente interesante que para el desarrollo de la trama el realizador haya ubicado al trío familiar en un campamento de caravanas para gentes de escasos recursos. Al sacarlos de su burgués medio habitual, los somete a la confrontación con otros códigos culturales. En ese nuevo ambiente, a la ‘masculinidad’ se la mide en función de su capacidad violenta y a la justicia -ya que aquí todos parecen acostumbrados a vivir en una especie de situación fuera del sistema- se la tiene como una que no se ampara en legalidades, sino como a una que puede ejercerse y obtenerse por la propia mano.
Los recursos y la estética de este thriller -que, con todo y sus cabos sueltos, es un más que digno representante del género- tiran fuerte hacia el lado del cine estadounidense y recuerda a ciertas de sus producciones del estilo de la década de los 80. Tanto, que el que caiga en varios de sus clichés podría tomarse más como un guiño que como un desacierto.
Destacables interpretaciones las del protagonista, Adama Niane -capaz de transmitir toda la angustia de su personaje, sobre todo y más que nada desde el silencio-, y el antagonista, Paul Hamy -inclemente y atemorizante en su salvajismo-.
De resto, el casting luce bastante correcto.
Sobre el costado colectivo de la propuesta (racismo, clasismo, precariedad, burguesía): este quedó francamente por verse en su plenitud.
Buena pieza de acción, con sus varias perlas de suspenso y algunos toques de crítica social, que bien se merece un visionado y un lugar a destacar en el cine comercial francés actual.
FURIE
Olivier Abbou
Francia, Bélgica; 2019
Ya disponible en Netflix
Somos Coucou Lola !, por Lola Mendoza, una periodista empedernidamente francófila.
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