
París, 1957. Ha pasado poco más de una década del fin de la Segunda Guerra Mundial y tres años del comienzo de la revolución argelina. Faltan cuatro años para que comience a levantarse el muro en Berlín y 32 para que se abra; cinco para que ocurran la independencia de Argelia y la masacre de Orán.
Saffie, una joven alemana, responde a un anuncio en el que se solicita una encargada del servicio doméstico.
El empleador es un prominente flautista francés burgués que, prendado de ella enseguida, bien pronto será, a la vez que su marido, el segundo de un triángulo amoroso que completará un luthier judío húngaro y que formará un microcosmos interesante en el que se mezclarán las diferencias de cultura, de nacionalidades, de posiciones políticas y de clases sociales, se extenderá por un largo tiempo y transformará la vida de las tres puntas.
En un modo que un poco recuerda y huele al existencialismo y el absurdo de L’étranger de Albert Camus: así se nos muestra en el inicio de esta novela a la heroína, presa de una especie de nulidad autómata. Pero ella no permanecerá en ese estado por mucho tiempo: está a punto de iniciar un viaje de autodescubrimiento que la llevará a reencontrarse con sus horrores y traumas, a encontrarse con el goce, a conocer la libertad en sus límites como mujer y el castigo por alcanzarla.
En esta novela corta, Nancy Huston atraviesa varios importantes horrores históricos, expone a la sociedad burguesa francesa en su xenofobia y su clasismo. Y le da voz al feminismo: en su mirada a la maternidad (¿instinto o construcción social?); en las pobres circunstancias y posibilidades de una mujer migrante; en el goce y la culpa en las mujeres.
En Coucou Lola ! te decimos cinco importantes razones por las que amarás esta obra.
1.- Por Nancy Huston. Si no la conoces, la descubrirás. Si ya la conoces, afianzarás tu amor por esta escritora, original de Canadá (1952) y francesa por adopción, que ya editó 15 novelas -las más nombradas o reconocidas: Instruments des ténèbres (1996), L’empreinte de l’ange (1998) y Lignes de faille (2006)-; cuatro piezas de teatro; 18 ensayos, entre otras creaciones como discos, guiones de cine o historias ilustradas y que recibió nueve premios y dos doctorados Honoris Causa. Su pluma es más que alabada y reconocida en el mundo.
2.- Por su manejo del tiempo. Por un lado, si bien se mantiene casi siempre en una narración que nos conduce en el presente de los personajes, con mucha habilidad da unos saltos hacia el pasado en la voz y la carne (porque los reviven con mucha claridad) de ellos mismos. Por otro, el tiempo de quien lee: en muy corto tiempo nos pasea por cuatro décadas.
3.- Por su habilidad y su respeto a la hora de mechar la ficción con eventos y datos históricos sin que la narración pierda el encanto. Por ejemplo, los horrores de las guerras los vamos a conocer de dos maneras. Los vamos a volver a vivir por los acontecimientos y las marcas que estos dejaron en los personajes, que no solo nos los cuentan sino que nos llevan a revivirlos junto con y en ellos. Por otro, el contexto histórico está sólidamente sustentado en datos comprobables, en fechas en las que en efecto ocurrieron los eventos que nos son dados a conocer, citados o recordados.
4.- Por su construcción de personajes, sus vínculos y sus universos. Cada personaje nos es presentado en toda la extensión de su humanidad: en sus aspectos «positivos» y en sus miserias. No hay maniqueísmos, son todos sencillamente humanos.
La interacción, la relación entre ellos suma al desarrollo de la trama, funciona de manera extraordinaria. No sobra una palabra o una acción: todo sirve de abono para lo que sigue. Y nunca lo que sigue es lo que uno espera. Otra perla de esta novela.
Es de destacar la sutileza de la autora para edificar un lío amoroso que escapa por completo de los clichés y que, aunque por momentos parece se va a acercar al melodrama, en realidad, sin que lo advirtamos, lo está haciendo a la tragedia.
Sobre los personajes, otra punta muy importante es que si bien estamos acostumbrados a conocer las monstruosidades cometidas por los nazis, y algunos aún hoy consideran a los alemanes civiles parte activa de sus crímenes, aquí se nos da a conocer o se nos hace acordar las cometidas por los rusos.
La burguesía francesa es representada por el marido de la protagonista. La clase baja (y extranjera), por el amante. Ella está -¡como en todo!- dividida entre ambos estratos.
Para los que idealizamos a París, se hace muy interesante conocer cómo era el barrio de Marais o cómo se fue conformando la Banlieu parisina. También las actualizaciones: en esta historia podemos vivir cómo los precarios sistemas de calefacción o enfríamiento -y sus artesanos- fueron quedando atrás por la tecnología.
¡La música! La música no llega a actuar aquí precisamente como un personaje más pero tampoco como simple acompañamiento. Está presente para marcar épocas y estilos, episodios traumáticos o políticos. El marido de Saffie es flautista y concertista; el amante es reparador y constructor de instrumentos. Claro que vas a «escuchar» mucha música en esta lectura.
5.- Por su grito feminista. En primer lugar, la clara voz de la autora se levanta en relación con el tema de la maternidad: ¿es esta realmente una cosa animal o intuitiva o una construcción social? Llegamos incluso a entender por qué algunas mujeres -por un tiempo o para siempre- no logran conectarse con sus hijos de la manera en la que se espera, en general, ocurran las relaciones madre-hijo.
Luego, Huston nos habla de la condición de la mujer migrante. Aunque en este caso es relevante que se trata del contexto específico de la posguerra, en el fondo el asunto de la migración en la protagonista es más de tipo universal. Se refiere a la mujer que todo lo deja, que todo lo pierde y que a todo queda expuesta en un nuevo terreno que, en general, la rechaza o no la mira. Ella y su madre fueron víctimas de los rusos. Pero es alemana: a quién puede importarle, ella representa al enemigo.
El goce y la culpa. Si bien la protagonista logra salir de su automatismo y opresión a partir de su primera relación sexual satisfactoria todo el tiempo la rodea el fantasma de la culpa: de la culpa del adulterio, de la culpa del sexo gozado, de la culpa de la maternidad mal atendida o utilizada de alguna manera para el fin de gozar, de la culpa de la mujer fuera de las convenciones y adelantada, aunque sin saberlo, a su época.
Saffie parece no sentirla. Es un peso que no le es propio, que lo viven otros. Se acostumbra, como debió acostumbrarse a todo, a vivir dividida. Pero hay un sino trágico, relacionado con el castigo, que la vida le tiene preparado sin que ella lo sepa o lo tema.
Quizás -simple elucubración de lectores-, este texto sea una forma de revisitar algunos demonios de la escritora, que tuvo una madre feminista que la abandonó cuando era ella muy chica. Quizás con su personaje pueda terminar de entender algo más sobre las mujeres, la libertad, las imposiciones y las construcciones sociales. Quizás.
Nosotros la leímos, ¡obvio!, en francés porque amamos leer en langue française -¡así fue cómo comenzamos a aprender francés!- pero si aún no dominas bien el idioma la puedes conseguir en español. En esta lengua la titularon La huella del ángel.
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Lamentablemente, no se consigue el libro en Librerías Gandhi o en La Casa del Libro pero en ambas librerías tienen disponibles otros textos de la canadiense-francesa.
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