Viene de estrenarse en Netflix el largometraje animado que triunfó en la Semana de la Crítica del más reciente Festival de Cannes: J’ai perdu mon corps, del director Jérémy Clapin.
La historia nos cuenta dos pasajes en paralelo. De un lado, el de Naoufel, desde su infancia feliz junto con sus padres, hasta su precaria vida como adolescente repartidor de pizzas que intenta llegar al objeto de su amor: Gabrielle. De otro, el de una mano cortada que intenta encontrar a su cuerpo perdido.
Cercana y humana, este drama se nos cuenta en forma de poesía: una que es visual y otra que es profundamente reflexiva.
La pérdida, el desapego, la resiliencia: esta preciosa obra animada logra muy bien abordar estas puntas apoyada en un guión que va a ritmo de tren de alta velocidad pero sin pasarse nada por alto: los personajes y sus entornos están soberbiamente definidos y presentados.
No hay alegrías aquí: la melancolía lo invade todo. Y a esta no solo la vemos en los colores, en la iluminación… También la escuchamos, gracias a diálogos precisos y cargados de mucha sensibilidad.
Una poesía sobre el amor y la supervivencia.
Coucou Lola 