(Review) Cine francés en Netflix | Las buenas intenciones de ‘La vida escolar’

Por Lola Mendoza

En  La vie scolaire, Samia  (que no es otra que Zita Hanrot; sí: la misma de Plan Corazón) llega a trabajar a una escuela pública de la república francesa en Saint-Denis, adonde logró ser trasladada gracias a los contactos de su madre en el sistema educativo. Ahí se encuentra con un equipo de colegas y un plantel de alumnos bien particulares. Lo que hará será intentar cambiar la vida de algunos de estos últimos; en especial, la del adolescente Yanis, en quien ve el potencial de salir para adelante. Esto, mientras ella misma arrastra con un drama personal.

A los dramas no debería forzárselos. Y esto es justo lo que hace este filme.

Extraño. Si hay un tema que consigue importantes referencias en la vida real francesa es precisamente el del ámbito educativo.

El año pasado, por ejemplo, en un mismo día se suicidaron el maestro de un liceo y la directora  de una escuela maternal. Unos meses antes lo había hecho otro ensegnaint. En todos los casos se constató la relación de los suicidios con la degradación de las condiciones de trabajo en la educación nacional de Francia.

A esto se le suma que en los planteles escolares públicos, especialmente en los de banlieue, el alumnado suele representar importantes puntas sociales: pobreza, exclusión, discriminación, racismo, xenofobia, violencia.

Pues bien, esta película francesa cada tantos minutos parece querer abordar algunos de estos sujetos, pero nunca llega a hacerlo de verdad.

En principio, la historia intenta establecer un paralelismo entre la enseñante y el alumno problemático (al que tampoco se lo llega a ver tan así). Pero esta comparación, esta relación no llega a superar lo anecdótico: ella tiene a alguien tras las rejas; él, tiene a su padre tras ellas. Fuera de esto, nada se construye, nada se trabaja, nada se logra durante la narración como para que resulte en algo tan siquiera cercano.

Entonces, aparecen los recursos de salvación. Ciertos planos y cierta musicalización entran a la lucha para reforzar el sentido dramático que no vemos, que se supone debería ser el alma de esta propuesta.  Pero no lo consiguen: como elementos disuasivos, no bastan, se quedan cortos y huérfanos. No alcanzó la tela para coser el vestido.

La acción se extiende, repitiéndose, mucho más allá de lo necesario y termina por cansar.

Como a los personajes, sus conflictos y sus vínculos no se los logra hacer crecer y encaminar, solo queda disfrutar la interpretación de Hanrot, algunos momentos divertidos y a algunos nuevos talentos, como Liam Pierron, quien en su Yanis arma un personaje digno y creíble.

Lo peor, la música de cierre: parece jugar a convencer al espectador de que el film iba, en serio, sobre todo lo que no logró mostrar en su 1 h y 51 min de duración y que no fue más allá de meras buenas intenciones.

 


 

LA VIDA ESCOLAR

La vie scolaire

 Mehdi Idir, Grand Corps Malade; Francia, 2019

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