«Saruman» y la última ejecución pública en Francia

Si bien el ya fallecido actor de origen británico Christopher Lee tuvo una increíble carrera actoral en la que destacó principalmente por sus personajes de terror (hizo de Drácula en alrededor de 12 filmes, por ejemplo), no fue sino hasta el final de su carrera cuando su fama creció considerable y mundialmente: gracias a su Saruman, el mago malvado de la conocida saga cinematográfica de El señor de los anillos.

Pero, ¿sabías que él tenía una estrecha relación con Francia? Tan estrecha que, incluso, fue uno de los contados e infelices testigos de la que fue la última ejecución pública en la historia de ‘El Hexágono’.

Déjanos platicarte sobre esta horrorosa anécdota.

«…De repente, no lo olvidaré nunca… Naturalmente, en aquel momento de mi vida había leído mucho sobre la ‘Revolución francesa’. Sabía lo que era ‘la viuda roja’, la guillotina (…) No podía quedarme ahí. En ese momento, las puertas se abrieron. Él salía, de camisa blanca y pantalón. Yo creo que tenía los pies desnudos. Tenía las manos amarradas y la camisa desgarrada. Rápidamente, llegaron dos hombres que esperaban al lado de la máquina. Uno de ellos era sin duda Jules-Henri Desfourneaux y el otro André Obrecht. Todo estaba arreglado. Estaba la cesta, la báscula, la ventanilla y la hoja. ¡Era increíble! Y, bueno, afortunadamente, yo no vi. Giré la cabeza y escuché la hoja caer. Obrecht se acercó a la cabeza y la tomó en sus manos. Cuando vi de nuevo, la cesta ya no estaba y ellos estaban ya desmontando la máquina. ¡Qué experiencia! Usted sabe, yo tengo las fotos de todo eso. ¡Qué horror!».

Christopher Lee, 1998, en el programa Mauvais genres, de France Culture.

Lee se encontró por azar en el sitio y la hora de un hecho que ya para esa época era extraordinario.

No solo se trató de la última vez que se ejecutó a alguien en una plaza pública en aquel país sino que esas ejecuciones solían ocurrir de madrugada, no a pleno sol, como pasó ese 17 de junio del año 1939. Fue un error lo que provocó que se desarrollara a esa hora.

El ejecutado se llamaba Eugène Wiedmann, un asesino en serie francés, acusado de haber cometido seis asesinatos, junto con su cómplice Roger Million.

Eugène Wiedmann

Este individuo ejecutó a todas sus víctimas con un disparo en la nuca. No obtuvo de ninguna una suma considerable. Tampoco le echó muchas ganas a cubrir bien estos crímenes.

Ahora, recordemos un poco la triste historia de la guillotine. En realidad, a este instrumento del terror -figura indisolublemente ligada a la revolución francesa- se la utilizó legalmente en suelo francés hasta 1977.

No la inventó Joseph Guillotin. La inventó el secretario de la Academia de Cirugía Antoine Louis.

Pero se la llamó guillotine porque fue Guillotin quien propuso a la Asamblea Constituyente hacer uniformes las penas de muerte y aminorar el sufrimiento de los condenados. A pesar de que su creador se opuso a que se le diera su apellido, la máquina acabó recibiéndolo. ¡Vaya legado!

Quizás no esté de más agregar que Joseph Guillotin no murió en la guillotina, como suelen decir algunas gentes.

Sí es cierto que durante La Terreur fue hecho preso, como tantísimas personas, pero lo liberaron luego de la ejecución de Robespierre. 

Christopher Lee con su familia en París

Años más tarde de la impactante vivencia de Christopher -en 1981, exactamente- un magistrado francés que también presenció ese momento histórico añadió unos detalles importantes.

Explicó que la ejecución, efectivamente, tuvo lugar delante de la puerta de la prisión. Porque, claro, a estas ejecuciones se las debía hacer en lugares públicos, como vieja tradición que buscaba dejar sin lugar a dudas que se habían realizado.

Agregó que lo que hizo todavía más horrible todo fue la especie de fiesta que el suceso representó.

Desde varios días antes, todas las ventanas alrededor del lugar se alquilaron. Todos los cafés abrieron. Una muchedumbre estaba asomada, luego de haber festejado toda la noche, en espera del ‘espectáculo’.

Dentro de este público, refirió este funcionario, se podía encontrar a todas las clases sociales: desde gentes sin muchos recursos económicos hasta gentes con fortunas.

Al día siguiente, la prensa señaló la manera en que todo se llevó a cabo, el escándalo que significaba en realidad esa fiesta popular alrededor de la sangre.

La opinión pública se conmocionó con este relato.

Fue así como, en breve, Édouard Daladier -por entonces, Presidente del Consejo de Ministros, decidió que esa sería la última ejecución que tendría lugar en público.

Como sea, somos afortunados de no haber vivido ni visto lo que debió vivir y ver a Christopher Lee.

Pobre: de seguro ya en esa época existían mejores «atracciones turísticas».

Somos Coucou Lola !, por Lola Mendoza: una periodista empedernidamente francófila.

«Saruman» -sí, el del ‘Señor de los anillos’- y la última ejecución pública en Francia. #CoucouLola

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