
Sobre la base de testimonios de bomberos que participaron en el famoso y más reciente incendio de la catedral Notre-Dame de París, la brigada de ‘apaga-fuegos’ de la capital de Francia y el periodista Romain Gubert escribieron el libro La nuit de Notre-Dame, que cuenta hora por hora la evolución del siniestro.
Ahora viene de aterrizar en Netflix una miniserie que, inspirada en este texto, propone un relato coral que se desarrolla en la noche del 15 de abril de 2019 y sigue el impacto de este incendio sobre la vida de distintos habitantes de París.
El guionista, director y escritor mexicano Guillermo Arriaga solía explicar que, para el guión de Amores perros, ideó una estructura narrativa en forma de espiral, lo que permitía que cada subtrama, que cada historia, se topara inevitablemente con una misma: la del (espectacular) accidente.
A modo de, como ya dijimos, relato coral, en esta miniserie ninguna historia resulta más importante que las otras y todas tienen un mismo fondo: el voraz incendio de la catedral.

Mientras Max (un entrañable Simon Abkarian) mantiene una angustiante búsqueda sin tregua para recuperar y poner al tanto sobre la salud de su madre a su hija Victoire (Marie Zabukovec), esta lucha a la vez con la carga de su adicción y por hacerse cargo de un pequeño desconocido que asegura estar buscando a su padre bombero. Por su parte, el General Zacharie Ducourt (un siempre convincente y cercano Roschdy Zem) se enfrenta a una crisis personal que lo lleva a querer abandonar al cuerpo, especialmente en razón de una pérdida cercana de la que aún no se recupera, como no lo hace tampoco Alice (Megan Northam), que recién se reincorpora al cuartel de bomberos, a pesar de que su oficial superior Gabrielle Varèse (Caroline Proust) duda de su recuperación, así como duda de si su identidad sexual la puede alejar o no de su fe. A la par, la reportera Eléna (Alice Isaaz) hace lo suyo para transformar la fatalidad en un espectáculo viral en su medio y complacer a su jefe. Cerca de ahí, el migrante Bassem (Kassem Al Khoja), que perdió a su mujer en la aventura marítima que ambos emprendieron para llegar a Francia de manera irregular, se enfrenta a sus fantasmas.
Si bien la técnica de enlazar historias inconexas es interesante y atrevida, por muchos momentos se va de las manos, lo que hace difícil lograr un desarrollo profundo de los personajes y sus tramas.
Por suerte, las interpretaciones sólidas y el centro del espiral -el incendio- consiguen de algún modo mantener el interés para que entre melodrama y acción vayan transcurriendo los seis episodios, que pudieron ser menos.
El poder de los vínculos, la culpa y la redención se dan la mano en un relato a varias voces que versa más sobre la fragilidad humana que sobre una catedral en llamas.
Coucou Lola ! Pasión por Francia y la cultura francesa.