
En las dos primeras entregas de Stéphane Brizé sobre el mundo de la clase trabajadora y su lucha contra la maquinaria capitalista, La loi du marché (2014) y En guerre (2018), el guionista y director francés ya abordó la precariedad laboral en la mediana edad y la condición obrera.
Ahora, para el cierre de su trilogía que llega con Un autre monde, elige contar la opresión a los trabajadores desde el lugar de los directivos de una trasnacional.
«El filme pone en escena la pérdida del sentido de la vida de un alto ejecutivo de empresa que, al mismo tiempo que ve a su matrimonio hundirse, tiene cada vez más dificultades de encontrar coherencia en un sistema del que, sin embargo, él se sirvió desde hace años. Un sistema en el que él encuentra extremadamente complicado aplicar hacia abajo los mandatos venidos de arriba. Muchos ejecutivos nos contaron -a Olivier Gorce, mi coguionista, y a mí mismo- sobre una vida personal y profesional en la que ellos llegaron a dar cada vez menos sentido porque no se les pide reflexionar sino simplemente ejecutar. Tomamos en cuenta las consecuencias del trabajo de los que son considerados como el brazo armado de la empresa, pero que son simplemente individuos atrapados entre el martillo y el yunque».
Stéphane Brizé
Un directivo de empresa, su mujer, su familia, en el momento en el que las elecciones profesionales de uno sacuden la vida de todos.
Philippe Lemesle y su esposa se separan, un amor que no resistió la presión del trabajo. Ejecutivo exitoso en un un grupo industrial, Philippe no sabe más cómo responder a los pedidos incoherentes de su Dirección. Ayer se lo quería dirigente, hoy se lo quiere ejecutor y ya llegó al punto en el que debe decidir el sentido de su vida.
En el broche de oro que representa esta nueva película francesa, Brizé repite con el enorme Vincent Lindon como protagonista.
En esta oportunidad, el actor vive de manera profundamente cercana, emotiva y arrolladora un drama en tres capas:
Como directivo aplastado

Por mucho que su cargo sea alto, todo lo alto que le puede permitir la trasnacional, su poder no es autónomo, obedece a sus superiores. Y todos se deben al control de los accionistas, a quienes mueve únicamente los hilos de la economía capitalista.
Sometido, títere, obediente, si bien al principio está dispuesto a cargar con el peso de convertirse en el mensajero de las malas nuevas, la reducción ‘forzosa’ del personal, al poco se rinde ante lo que realmente importa: las vidas y el futuro de los trabajadores.
Pero le toca descubrir que la toma de conciencia no basta por sí sola: enfrentar a la máquina devoradora capitalista no es cosa fácil.
Los planos cercanos del movedor rostro de Vincent Lindon, cuyo personaje va creciendo en impotencia al no encontrar como esperaba una vía para salvar a sus trabajadores y hacer valer lo importante y humano por sobre lo puramente capitalista, son sencillamente demoledores. El actor transmite su lucha interna y externa con una fuerza íntima y explosiva que no requieren, casi, que pronuncie palabras.
El esposo que ve morir su matrimonio

Conforme pasaban los años, Philippe sucumbió a lo que sucumben muchos hombres en su alta posición en una empresa: el trabajo -y sus problemas- van ante todo… incluso, antes que sus relaciones y su familia.
Y ahora, su esposa -quien ha venido resintiéndose con ello-, que se da cuenta de que «tengo más años vividos que años por delante para vivir», está lista para terminar con el matrimonio.
A modo de anécdota, Lindon y su compañera en este filme, Sandrine Kiberlain, fueron esposo y esposa en la vida real entre los años 1998 y 2004.
Sabemos que ambos son histriones increíbles, pero quizás esa relación fuera de cámaras explique un poco la cercanía entrañable que se aprecia entre los dos delante de ellas.
Kiberlain y Lindon regalan una interpretación que llega hasta los huesos. Sensible y real.
El padre que sufre por su hijo inestable

A la vez que crecen sus crisis profesional y matrimonial, Philippe debe enfrentar una dolorosa realidad: su hijo adolescente sufre serios problemas mentales que lo llevan a enajenarse de la realidad y a episodios violentos.
En este caso, de nuevo Lindon no está solo, no lleva toda la carga dramática: se apoya en su compañero de escena, el increíblemente versátil y talentoso joven actor francés Anthony Bajon –Teddy, Athena-.
Bajon, que lo mismo puede hacer de un policía padre de familia, que de un chico-lobo, entrega una interpretación respetuosa y bien medida de un joven que requiere atención y tratamiento siquiátricos.
A la par, ayuda a construir un vínculo cercano con el protagonista.

Emotiva, elocuente y hasta esclarecedora, con esta pintura de la inclemencia empresarial y capitalista frente a las vidas de los trabajadores, Stéphane Brizé cierra su trilogía de forma poderosa, con una fuerza que consigue volumen gracias al gran trabajo de Vincent Lindon y la compañía inmejorable de una entrañable Sandrine Kiberlain y un convincente Anthony Bajon.
¿Dónde ver Un nuevo mundo?
En MUBI.
Un autre monde
Stéphane Brizé
Francia, 2022

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